RegiĆ³n tradicional literaria & Geocultura
JosĆ© Luis VĆttori, “De la historia a la literatura del lugar” (Literatura y regiĆ³n, Santa Fe: Colmegna, 1986)
Debemos
considerar el pensamiento de JosƩ L. Vittori (Santa Fe, 1928-2015) como tradicional
dentro de la Ć³rbita mencionada como regiĆ³n literaria, o por mejor llamarlo
regiĆ³n cultural. La idea clĆ”sica que
sostiene tal pensamiento proviene del movimiento nacionalista romƔntico gestado
en la Europa del siglo XVIII, especialmente a travƩs del movimiento cultural e
ideolĆ³gico alemĆ”n denominado Sturm und drang (tormenta e impulso) cuyos
fogoneros principales fueron Goethe y el pastor luterano y filĆ³sofo Johann G.
von Herder (1744-1803). Este sostenĆa que un pueblo (una naciĆ³n) poseĆa
caracterĆsticas espirituales, culturales y hasta polĆticas, provenientes de las
condiciones ambientales y geogrƔficas del lugar que se habitaba.
De allĆ que en
el capĆtulo “De la historia a la literatura del lugar” introduzca
primero la idea de que la “NaciĆ³n Argentina” se ha forjado, histĆ³ricamente, de
manera distinta a “otras naciones de la tierra, incluso del continente
americano”. Argentina posee su propia
cultura nacional, su propio ser (concepto esencialista propio del
romanticismo mĆ”s radical) que modela al ‘hombre’ quien alcanza asĆ “un modo de
vivir, de hablar, de pensar, de actuar”. Y, claro, el escritor verdadero debe
rescatar a estos seres modƩlicos que son parte de la cultura nacional.
El otro
aspecto destacable es que estos escritores deben vivir, es decir, tener la
vivencia del lugar para captarlo mejor y asĆ transmitirlo, no importa mediante
quĆ© gĆ©nero discursivo (en realidad, VĆttori menciona que el espacio regional se
compone de distintos lugares). AsĆ, VĆttori esboza una primera conclusiĆ³n:
“RegiĆ³n, naciĆ³n, cultura y literatura son cuatro tĆ©rminos acordes, cuatro
realidades que se corresponden”.
En lo referente a la literatura de ficciĆ³n VĆttori seƱala las ventajas de no ser un escritor profesional. ¿Por quĆ©? Porque un escritor profesional trabaja con tĆ©cnicas que le impone el mercado (y mercado es sinĆ³nimo de CosmĆ³polis) y este interferirĆa en su relaciĆ³n con las vivencias de la regiĆ³n (una regiĆ³n tiene distintos espacios y lugares que el escritor debe descubrir). No solo eso, las tecnologĆas (hoy agregarĆamos las nuevas tecnologĆas de la virtualidad) imponen su condiciĆ³n de separar al individuo escritor de su espacio vital.
Ahora bien, es importante observar una contradicciĆ³n. A VĆttori parece no interesarle la circulaciĆ³n del lenguaje y las formas estilĆsticas, las estrategias retĆ³ricas, que un escritor pueda aprender para tratar la temĆ”tica regional. SĆ le interesa la circunstancia polĆtica de la regiĆ³n metropolitana de Buenos Aires, la que consagra el canon de la literatura nacional y por ende representativa de un modo influyente (hegemĆ³nico, si leemos a Antonio Gramsci y Raymond Williams, en el sentido de la cultura dominante de una clase social de un paĆs) de hacer literatura.
Si bien reconoce que en Buenos Aires “los escritores se actualizan” y sueltan “el lastre del provincianismo”, por otro lado, los escritores del interior que se radican en la metrĆ³poli se “malogran” y dejan a medio camino la realizaciĆ³n de una obra importante. Esta deserciĆ³n es tan grave como la pĆ©rdida de una identidad nacional (construcciĆ³n propia del romanticismo clĆ”sico), tal como ocurriĆ³ en los aƱos ’70, dice VĆttori, y que la Ćŗltima dictadura cĆvico-militar (1976-1983) evitĆ³. Por otro lado, preocupado por trĆ”fico de ideologĆas dentro del capitalismo de avanzada (VĆttori sin sugerirlo critica la posmodernidad, es decir la pĆ©rdida de los valores que una sociedad acuƱa como su identidad) cuya impronta fue la guerra de Malvinas, critica la influencia cultural de Europa. De paso critica al Borges universalista autor de un ensayo polĆ©mico (“El escritor argentino y la tradiciĆ³n”, de 1957) en el que ignora la elaboraciĆ³n de una identidad literaria. Pero defiende al Borges de 1982 que se ha puesto del lado de los intereses nacionales durante el conflicto malvinense y que valoriza la literatura gauchesca.
MƔs adelante,
VĆttori no niega al regionalismo argentino sus contactos con la amplia regiĆ³n
de LatinoamĆ©rica por cuestiones afines de lengua, geografĆa, proceso de
evangelizaciĆ³n catĆ³lica, gestas de la independencia en el siglo XIX. Es
entonces que vuelve a la concepciĆ³n de lo regional como el principio de la
identidad nacional, es decir, una especie de confluencia de intereses que
tendrĆan como marco de referencia un territorio antropolĆ³gico que va
evolucionando: este es su esfuerzo por colocar en un mismo nivel la literatura de
las regiones argentinas a la que se escribe en la cosmopolita regiĆ³n de Buenos Aires.
Luego, vuelve
sobre las tecnologĆas (“la subcultura electrĆ³nica”)como un medio de
“aculturaciĆ³n” de la sociedad y que involucra a los escritores (es de presumir
que en el pensamiento de VĆttori estĆ”n involucradas todas la expresiones
artĆsticas) lo cual significa que los aspectos vivenciales son “desviados,
neutralizados o deformados por el acoso de motivaciones sin historia y sin
arraigo” y se prolongan, en el fondo, en polĆticas de sometimiento de otros
modelos provenientes de la denominada “cultura
occidental” y de la socialista, ya que nombra la influencia de Cuba. Y la apĆ”trida
Buenos Aires, la europeizante (pero recordemos que VĆttori habĆa escrito sobre
el valor de la regiĆ³n metropolitana al citar a varios escritores de sus
escritores, desde el mismo Borges pasando por CortƔzar y SƔbato). Los medios,
insiste, son un deterioro de la personalidad nacional, el anclaje
extranjerizante, el estar expuestos a las corrientes intelectuales y artĆsticas
del mundo que apartan de la propia realidad circundante. Finalmente, del puerto
de Buenos Aires rescata su cultura popular, tan porteƱa y regional, ya
que si estuviera enteramente en manos de lo de la influencia exterior serĆa una
fatalidad. -
Palabras
claves a tener en cuenta de VĆttori: Provincianismo - peƱa tradicionalista - color local -costumbrismo
– telurismo.[1]
Pablo Heredia, “Parte II” (El texto literario y los
discursos regionales. Propuestas para una regionalizaciĆ³n de la narrativa
argentina contemporĆ”nea, CĆ³rdoba: Argos, 1994)
Pablo Heredia integra el Grupo de Estudios Literarios del Cono Sur, que
“naciĆ³ a comienzos de los ‘90 bajo la direcciĆ³n del Dr. Jorge Torres Roggero.
Integrado por un equipo de investigadores de literatura y pensamiento
argentinos y latinoamericanos, desarrollan su trabajo en el Centro de
Investigaciones de la Facultad de FilosofĆa y Humanidades (CIFFyH) de la
Universidad Nacional de CĆ³rdoba”, seƱala Andrea Bocco[2].
Los trabajos de este grupo se publican en Silabario. Revista de
estudios y ensayos geoculturales.
En su pensamiento sobre literatura y territorio regional Heredia agrega
la idea de que la regiĆ³n es tambiĆ©n un “espacio mental”, esto significa
entenderla “como espacio de percepciĆ³n y aprehensiĆ³n del mundo en el cual se
habita, posee una dinĆ”mica temporal (…) en que las prĆ”cticas sociales se
internalizan y se proyectan” en manifestaciones culturales propias. Y “la
narrativa regional reproduce de diversos modos” tales percepciones del mundo.
Hasta aquĆ, Heredia piensa de modo similar a J. L. VĆttori.
Los cambios en la percepciĆ³n literaria tradicional de la regiĆ³n
comienzan, segĆŗn Heredia, en la etapa del denominado “boom latinoamericano” en
la dĆ©cada de 1960. Los escritores experimentan nuevas bĆŗsquedas estĆ©ticas, lo
cual implica alejarse de los “discursos referenciales de los espacios
territoriales de la ciudad cosmĆ³polis (salvo las excepciones de por ejemplo
Julio CortĆ”zar o Ernesto SĆ”bato)”. Los escritores rescatarĆ”n la percepciĆ³n del
mundo de comunidades y poblaciones de provincia a travƩs de arquetipos sociales
y de la modelizaciĆ³n de los relatos populares. Heredia, especialmente
interesado en los “relatos de identidad”, toma como ejemplo las narrativas del
jujeƱo HĆ©ctor TizĆ³n (es atrayente leer la nota al pie N° 9 en la que se anota
el pensamiento de este escritor sobre el boom latinoamericano) y del ‘riojano’
Daniel Moyano.
Seguidamente, suma el concepto de “alternancia regional”, esto es que
en un mismo espacio (histĆ³rico y geogrĆ”fico) pueden coexistir distintas
percepciones socio-culturales, lo cual conforma “un macro-espacio
interregional, al cual llamaremos cosmĆ³polis” (el ejemplo que toma es el gran
Buenos Aires, el conurbano, donde convergerĆan distintas perspectivas
socioculturales de Argentina; sucederĆa algo parecido en “los cordones
perifĆ©ricos de las ciudades de CĆ³rdoba y Rosario”). Sin embargo, esta
alternancia plantea la cuestiĆ³n de la heterogeneidad cultural y su difĆcil
traducciĆ³n en una sĆntesis identitaria, algo que han intentado mostrar en sus
obras escritores como TizĆ³n y Moyano.
En la enumeraciĆ³n de la concepciĆ³n de regiĆ³n no podĆa faltar la
histĆ³rica divisiĆ³n entre interior (periferia) / capital (centro) que se
emparenta con el paradigma sarmientino de barbarie / civilizaciĆ³n, que Heredia
atribuye su vigencia a los medios de comunicaciĆ³n, a la retĆ³rica acadĆ©mica, al
habla popular y sus correlaciones entre la representaciĆ³n de lo nacional y lo
universal, tomando como eje la
cosmĆ³polis, en el sentido que la ha dado a esta palabra VĆttori, lugar de donde surgen y se expanden “los
valores y proyectos polĆticos-culturales propios de la regiĆ³n metropolitana”,
al menos asĆ es en la primera parte del siglo XX. Desde esta perspectiva, se
comprende que en la provincia de La Pampa, cuando esta se constituye como tal
en 1952, la agenda polĆtico se propusiera crear, desde un organismo del estado,
su propio proyecto de identidad cultural a travĆ©s de la promociĆ³n artĆstica
(literatura, plĆ”stica, mĆŗsica) como marca diferencial de otras regiones y en un
claro proceso de rechazo al proyecto metropolitano, que Heredia sintetiza en
una nota al pie, la N° 20.
Heredia repasa aquellos autores que sin embargo han observado la
literatura “interior” como un modo de indicar que esas raĆces regionales son
parte de la cultura argentina. AsĆ cita a Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas; especialmente este uno de los
primeros en arrojar una ideologĆa latinoamericanista sobre el mapa cultural
argentino, proyecto generacional que se continuĆ³ en otros (M. GĆ”lvez, M.
Ugarte, entre los mĆ”s conocidos). Esta tarea se continĆŗa a partir de la dĆ©cada
de 1940 con figuras como las del santiagueƱo Bernardo Canal Feijoo y Rodolfo
Kusch (el pensamiento antropolĆ³gico y americanista de este estudioso es el
marco intelectual del “Grupo de estudios literarios del cono sur” asentado en
la universidad nacional de CĆ³rdoba).
Luego, Heredia introduce su idea de estudiar la literatura a travƩs de
la ‘regionalizaciĆ³n’ de los estudios de literatura argentina, para asĆ salir de
la Ć³rbita de la academia porteƱa que siempre ha elaborado el canon, los puntos
de vista crĆticos y las periodizaciones de las letras y planes de estudios (De
hecho, el plan de la carrera de letras de la Unlpam se basĆ³, desde su misma
creaciĆ³n en los aƱos ’70, en los de la UBA).
RegionalizaciĆ³n de la literatura: “en tanto categorĆa de anĆ”lisis,
refiere a una circunscripciĆ³n referencial de la producciĆ³n cultural, en la que
cada texto expresa una cosmovisiĆ³n particular orientada con los paradigmas
epistemolĆ³gicos de una regiĆ³n”, pero alejado de los prejuicios del regionalismo
metropolitano y del discurso regionalista, atemporal, que otorga de una vez y
para siempre determinadas caracterĆsticas a una regiĆ³n cultural. Finalmente,
debemos prestar atenciĆ³n la cita final de Daniel Moyano en la que Heredia
rescata una idea de ritmo, de tonada, de estilo que condensa y a su vez expresa
el lenguaje y la cosmovisiĆ³n (Weltanschauung) de un autor determinado.
Pablo Heredia, “¿Existen las regiones culturales? IntroducciĆ³n, crĆtica y proyecciones de los estudios geoculturales”. Silabario N° 7; CĆ³rdoba, agosto 2004; pp. 103-111.
Conviene ahora extendernos en el concepto de
geocultura como fundador de toda una lĆnea de investigaciĆ³n. Heredia escribe:
Kusch aborda en
primer tƩrmino la cultura no como un acervo sino como una actitud que
configura un horizonte simbĆ³lico, un corpus de posibilidades que se
despliega creativamente frente a los cambios, la tradiciĆ³n (los orĆgenes
histĆ³ricos) y el futuro, dentro de un espacio territorial (al que denomina
antropolĆ³gicamente suelo), limitado pero mĆ³vil y dinĆ”mico.
El espacio geogrĆ”fico, agrega, debe nombrĆ”rselo como ‘naturaleza
simbĆ³lica’, ‘paisaje’, como una creativa “representaciĆ³n simbĆ³lica del hombre”
y la sociedad, que se transforma en ‘memoria comĆŗn’ y en estructura cultural a
lo largo del tiempo. Heredia apoya tal idea con citas del semiĆ³logo Iuri
Lotman.
Concluye de manera interesante cuando traslada estas consideraciones a un ejemplo literario:
"un texto literario que opera dentro de cierto cĆ³digo de la memoria, lo que implica el registro de un horizonte simbĆ³lico propio de una regiĆ³n geocultural determinada, puede precisar de un glosario (vocabulario) como de anotaciones que aclaren el contexto, o las estructuras mentales que accionan ciertas actitudes, para que sea comprendido fuera de sus fronteras".
Heredia critica la escuela estadounidense de los “Estudios subalternos”
(uno de sus integrantes fue el argentino Walter Mignolo). Si bien estos estudios no
difieren de las aproximaciones teĆ³ricas “geoculturales”, hacen un anĆ”lisis de
las “prĆ”cticas y pertenencias culturales vinculadas con el conocimiento de las
comunidades que provisoriamente llamamos ahora Tercer Mundo”, es decir estudian
las literaturas regionales de -entre otras- AmƩrica Latina, pero lo hacen con
herramientas metodolĆ³gicas funcionales a un modelo colonizante, de
centro-periferia. Algo parecido a lo que se dice cuando se estudia la
literatura del interior de Argentina con el enfoque de la ‘academia’
rioplatense.
Como cierre de esta sĆntesis, citemos un pĆ”rrafo de Heredia que define
el mƩtodo de los estudios geoculturales cuyos preceptos superan:
las oposiciones rural
/ urbano, culto / popular, riqueza / pobreza, producciĆ³n / tercerizaciĆ³n, ya
que podemos entender a ambos tĆ©rminos en el marco de las “semĆ”nticas locales”
que estructuran una totalidad espacial (…)
Cuando hablamos de espacios de horizontes simbĆ³licos (memoria, actitud)
representados en identidades, y luego en “espacios con propias articulaciones
histĆ³ricas”, estamos reconociendo una referencia que asume una cierta autonomĆa.
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